Hoy Esperanza me lo contó después de rogarle mucho. Me dijo que le prometiera que no se lo diría a nadie y se lo jurara por lo que yo más quiero. Se lo juré por Copo. Me dijo que Camilo ya no quiere ser el mejor de la clase y que va a ver a una señora que se llama ANA…ALGO porque ella ayuda a los niños a ser felices.

– ¿Y esa señora dónde vive?

– No me lo quiso decir. Pero te lo contaré cuando lo sepa.

– ¡Qué bueno! ¿O sea que ahora vamos a hacer lo que queramos?

– ¿Por qué lo dices?

– Porque no hay nada que nos haga a los niños más felices que hacer lo que queremos.

– Ah! Pero ¿Tú crees que los papás nos van a dejar?

– Claro que no. Papá dice que todo lo bueno se debe luchar. Además, puede que esa señora también ayude a los grandes a hacer lo que quieren. Entonces, si todos somos felices, no habrá discusión.

– ¡Claro! ¿Cómo no se me había ocurrido? ¡Qué alegría!

Esperanza se fue alegre y yo me quedé pensando en lo que ella me dijo. Cuando estábamos comiendo le pregunté a todos en la casa si ellos eran felices. Mi pregunta debió ser muy mala porque me miraron con cara de temor y luego, sin haberme respondido, papá me dijo que dejara de ver tanta televisión. Luego vi que mamá tenía una mueca de risa y mi hermano mayor soltó una carcajada.

No me gustó que se rieran de mi pregunta porque yo creo que no era un chiste. De todas maneras creo que los puse a pensar.

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