Aquí estamos en la clase. La profesora dicta una lección y todos copiamos. Cuando alguien no entiende lo que dicta, ella repite con rabia, porque dice que nos acostumbramos a ser sordos; que hay cosas que sólo suceden una vez y debemos estar atentos para no dejarlas pasar.

El tema es el de los pájaros. Pablo sí que sabe de pájaros. El otro día nos fuimos a jugar entre los árboles y él se trepaba como una ardilla en busca de los nidos. Cuando cogía alguno, lo levantaba con cuidado para mostrárnoslo, les sobaba la cabeza a los pichones y volvía a colocarlos en su lugar. Camilo, que siempre está tratando de ser el mejor, le gritaba que le regalara un pichón, pero Pablo no le hacía caso. Él sabe todos los nombres de los pájaros de acuerdo a los colores. Dice que su abuela le enseñó muchos secretos antes de morirse y que le hizo jurar que nunca sería cazador.

Lástima que Pablo ya no pueda volver a la escuela. El otro día mordió al profesor de matemáticas porque le arrebató el cuaderno. Salió corriendo y para escapar se llevó la bicicleta de Camilo. Todos fuimos detrás de él y no pudimos alcanzarlo. Parecía volar entre los árboles. Camilo lloraba como un ternero porque quiere mucho su bicicleta. Todos le decíamos que Pablo se la devolvería y seguíamos corriendo. Pero nada. De pronto desapareció y no volvimos a verlo. Junto a la quebrada encontramos la bicicleta. Lo buscamos por todos lados, pero debió meterse en la cueva en la que siempre se esconde. Sólo él conoce la manera de entrar en ella. Debe ser otro de los secretos que le contó la abuela.

Pablo era un buen amigo. Dicen que su mamá lo abandonó y ahora debe trabajar para comer. Yo quiero que vuelva a la escuela.

La profesora sigue dictando, pero ya me quedé retrasado. Ojalá no pida el cuaderno porque ahora sí que se me acaba el mundo. Mi mamá me ha dicho que si no estudio voy a ser bruto como ella, que debe lavar pisos para ganarse la vida por no ir a la escuela. Yo creo que ella no es bruta y si lava pisos es porque le parece bonito. A mí sólo me gusta jugar.

El dictado se acabó, pero simulo que sigo copiando. La profesora dice que hoy nos hemos portado bien porque no le hicimos repetir muchas veces. Lo que pasa es que tenemos miedo de preguntar, y cuando nos quedamos retrasados, dejamos un espacio y seguimos copiando. Al final de la clase nos decimos unos a otros y así completamos el dictado. Igual que los rompecabezas, pero con palabras.

Este tema de los pájaros es bonito. Claro que al copiarlo ya deja de gustarme. En el cuaderno los animalitos parecen muertos. Pablo dice que los pájaros son para volar.

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