Reseña. Un libro para todo
Autor: Antonio Conte
Afortunadamente para todos (el niño, el adolescente, el adulto) el concepto de literatura infantil o para niños se torna más escurridizo cada día. Sólo porque nadie tiene la llave para entrar en la conciencia, conocer qué pasa allá adentro y diseñarle (como una receta de cocina) la poesía que más le guste.
Los tres mosqueteros, Alicia… En busca del tiempo perdido, Las mil y una noches, La montaña mágica, no deben calificarse como literatura para tal o cual persona. Sería más exacto decir que se trata de literatura para todos. Dostoievski puede resultar tan incomprensible para un niño de diez años como para un hombre de cincuenta. El Pequeño príncipe quizás resulte placentero para uno y otro. La literatura y el arte no pertenecen a la categoría de lo didáctico. Por lo tanto, la comprensión o no de una obra no define la utilidad o la belleza de la misma.
No percibimos las cosas de igual manera. Un libro puede tener múltiples interpretaciones, y en eso reside, tal vez, su grandeza.
Luz Helena ha entendido la función de la literatura (si es que tiene alguna), y nos pone ante los ojos y el sentimiento una obra comprometida sólo con la imaginación. La suya, que es mucha.
Canción para matar el miedo pasa volando con su alfombra mágica por los techos de una zona del mundo de los jóvenes (tan vasta como el mar), y nos obliga a reflexionar, a través de los personajes, sobre ese universo a veces inaccesible de la infancia.
Perseguidos de principio a fin por el duende de la poesía y por sutiles pinceladas filosóficas, los cuentos no establecen fronteras evidentes entre el tiempo ¿perdido? Mmm de la infancia y el mundo enajenado de los mayores.
Luz Helena escribió sus recuerdos, la memoria de sus compañeros de escuela, en el salón de clases, en el aroma irrepetible de la casa materna, en las calles de una ciudad que no se nombra, con un estilo peculiar, muy lejos de esos textos con que nos atiborran en algunas ocasiones, y donde los infantes parecen idiotas o demasiado idílicos para hacer de carne y hueso.
O tal vez Luz Helena lo imaginó todo, que es como si lo hubiera vivido, porque la imaginación, ¿quien lo duda? es otra dimensión de la realidad.
[Tomado de “Canción para matar el miedo”. Editorial Magisterio. Bogotá, 1997]
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